Nuestro intestino determina nuestra salud
Cada función en nuestro cuerpo está interconectada, especialmente cuando hablamos de la interacción entre el cerebro y el intestino. En los últimos años, esta comunicación ha sido objeto de un estudio más profundo debido a su relación con enfermedades crónicas, mentales y degenerativas. Se ha redescubierto que el intestino es una de las principales fuentes de conexión, comunicación y protección del organismo. Este sistema, conocido como sistema nervioso entérico, es clave para mantener la salud en diversas áreas del cuerpo.
El eje intestino-cerebro representa una red de comunicación compleja y bidireccional, es decir, que interactúa tanto desde el sistema nervioso central como desde el sistema digestivo. Tradicionalmente, se pensaba que el sistema digestivo solo cumplía funciones básicas como la digestión, la absorción de nutrientes y la eliminación de desechos. Sin embargo, investigaciones
recientes han revelado su profunda influencia en la salud integral del cuerpo, incluyendo la salud inmunológica, mental y el desarrollo de enfermedades crónicas.
Y es que el eje intestino-cerebro está en constante comunicación a través del nervio vago y cientos de millones de neurotransmisores, hormonas y la microbiota intestinal. Todas estas sustancias están en continua interacción, lo que influye en la modulación del estado de ánimo y el bienestar general del cuerpo. Estas investigaciones buscan comprender mejor esta conexión para desarrollar tratamientos enfocados en diversas enfermedades.
El manejo de la información desde el intestino puede verse afectado por diversos factores, incluyendo una alimentación inadecuada, lo que puede producir condiciones como la permeabilidad intestinal, disminución en la absorción de nutrientes y una respuesta inmune crónica. Estas alteraciones pueden desencadenar en obesidad, enfermedades degenerativas como la diabetes, así como trastornos autoinmunes y hormonales.
Además, un desequilibrio en la comunicación intestino-cerebro disminuye la producción de neurotransmisores importantes, como la serotonina, lo que puede derivar en condiciones mentales y psiquiátricas como la ansiedad, la depresión, el Parkinson y la demencia.
Cuide su flora intestinal
Otro aspecto fundamental es aprender a cuidar nuestra flora intestinal, ya que es el principal mediador de la comunicación en este eje. Algunas bacterias que componen la microbiota intestinal pueden influir en la producción de serotonina en el intestino.
El cerebro, el intestino y la microbiota forman los pilares de la red microbiota-intestino-cerebro, que potencia la comunicación necesaria para la producción de neurotransmisores y ácidos grasos de cadena corta. De manera recíproca, el cerebro modula la fisiología intestinal para modificar el entorno microbiano, optimizando así la absorción de nutrientes vitales para el organismo.
La alimentación es fundamental para mantener una flora intestinal saludable y aportar los nutrientes esenciales para la producción de neurotransmisores. Una dieta rica en fibra, frutas, vegetales, pescado, nueces, frutos secos y carnes magras contribuye al desarrollo de una microbiota equilibrada. En contraste, el consumo de azúcar, alimentos procesados, grasas saturadas y aditivos puede alterar la permeabilidad intestinal y desestabilizar este equilibrio.
Además, la actividad física regular ayuda a oxigenar el cuerpo, reducir toxinas y generar efectos positivos en este microecosistema tan crucial para nuestra salud.
Por Adamar González MD
CEO Dr. G Family Medical and Wellness Center