Por Lina M. Vargas, M.D.
Cirujana Cardiovascular
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Los riñones son los órganos que eliminan los desechos de la sangre y el exceso de líquido del cuerpo. La diabetes es una causa de insuficiencia renal, y en etapas tardías, el daño es irreversible haciendo necesaria la diálisis.
El método más común es conocido como hemodiálisis, y consiste en circular la sangre del paciente por un aparato que cumple la función de limpieza y filtración. Esta conexión entre el sistema vascular y la máquina de diálisis se hace a través de dos tubos plásticos conectados con el acceso vascular de la persona. El proceso se realiza 3 veces por semana y cada sesión dura de 3 a 5 horas.
Tres tipos de accesos vasculares
La fístula arteriovenosa es la más recomendada, consiste en una conexión entre una arteria y una vena. La fístula se demora aproximadamente 3 meses en “madurar” para poder recibir las agujas por las cuales la sangre será extraída y retornada. El Segundo tipo, se trata de un injerto arteriovenoso en el cuello, donde se realiza una conexión entre arteria y vena, utilizando un tubo
sintético que se coloca debajo de la piel; éste puede ser usado días después de la cirugía, pero suele tener más complicaciones y no es tan duraderos. El tercer tipo, es el catéter venoso central, el cual únicamente debe ser utilizado en casos de emergencia, o mientras se espera que un acceso permanente esté listo para ser canulado. Estos catéteres tienen alto riesgo de infección y otras complicaciones, por lo que deben ser retirados tan pronto sea posible.
El paciente generalmente es referido a un cirujano vascular, quien realizará una evaluación para determinar el tipo y localización para el nuevo acceso. Esta evaluación incluye un ultrasonido para estudiar la calidad y calibre de las venas. La cirugía usualmente es ambulatoria y después de que el acceso ha sido creado, debe sentirse una vibración al tacto sobre él. El brazo debe protegerse de tomas de presión arterial y punciones venosas.