Los linfomas son un tipo de cáncer que, comúnmente, empieza en el tejido linfático, específicamente en los nódulos linfáticos. Hay más de 30 tipos diferentes de linfoma y su tratamiento es sumamente específico. Dependiendo del estadio de la enfermedad, el tratamiento puede variar significativamente.
Los linfomas se dividen en dos grandes categorías: Linfoma de Hodgkin y el linfoma no Hodgkin (NHL por sus siglas en inglés). Si nos enfocamos en el linfoma no Hodgkin (NHL), tenemos que decir que es la séptima causa más común de cáncer en los Estados Unidos. Este linfoma, a su vez, se divide en 2 tipos: NHL de células de tipo B (B-Cell) y de tipo T (T-Cell). El 80 por ciento son de tipo B que se dividen en tres clases de tumores no Hodgkin; los linfomas agresivos, los linfomas intermedios, y linfomas lentos o indolentes.
Para describirlos a grandes rasgos comencemos con los linfomas más lentos o indolentes. De éstos los más comunes son el linfoma folicular y la leucemia linfocítica crónica (conocida como CLL). Como son linfomas que no necesariamente muestran problemas al paciente, es muy común que se diagnostiquen accidentalmente, cuando el paciente se somete a exámenes para tratar alguna otra condición médica. En general, a los pacientes con linfomas indolentes se les puede observar sin tratamiento agresivo, por lo menos, por un tiempo, hasta que es obvio que hay síntomas.
El tratamiento más recomendado es la quimioterapia que por lo regular, es bien efectiva y tolerada por el paciente. A pesar que el por ciento de cura es bajo, es común que pacientes sobrevivan décadas después de haber recibido el diagnóstico.
Por otra parte, los linfomas no Hodgkin de categoría intermedia, requieren más atención y necesitan de quimioterapia dentro de las 3 a 4 semanas desde que se hace el diagnóstico. La cura es de un 50 a 70 por ciento cuando el paciente responde bien a la terapia primaria. En otros casos, se le recomienda al paciente recibir terapia de radiación en partes del cuerpo donde el linfoma estaba más desarrollado, y en algunos casos, se recomienda un transplante de médula ósea.
En el caso de los linfomas agresivos, que son los menos comunes, nos enfrentamos a tumores que pueden causar la muerte en cuestión de días o semanas si no son tratados con premura. Frecuentemente, los pacientes con estos tumores se presentan al hospital con quejas de pérdida de peso extrema, dolor de cabeza, dolor de espalda severo, fiebres recurrentes y dificultad respiratoria. Tras el diagnóstico se inicia rápidamente el tratamiento con quimioterapia. Dependiendo de la edad del paciente y del tipo de NHL se podrá recomendar al paciente un transplante de médula ósea.
Debido a los avances en el tratamiento, las tasas de supervivencia han mejorado en las últimas décadas.
Por Carlos Alemañy, MD