En mi práctica como cirujana especializada en colon y recto, he tratado a numerosos pacientes con diversas afecciones digestivas, pero la enfermedad de Crohn siempre ha representado uno de los mayores desafíos. Recientemente, atendí a Luis, un joven mexicano que había emigrado a Estados Unidos con su familia en busca de una mejor calidad de vida. Como muchos latinos, Luis tenía la costumbre de ignorar el dolor, trabajando largas horas y anteponiendo las necesidades de su familia a las suyas. Cuando finalmente acudió a mi consulta, ya había estado sufriendo durante años.
Luis, un hombre de 28 años y padre de dos niños pequeños, había sufrido desde su adolescencia síntomas persistentes como dolor abdominal, diarrea constante y un agotamiento extremo del cual no podía recuperarse. También había experimentado una pérdida de peso inexplicable y, en varias ocasiones, fiebre sin causa aparente. No obstante, debido a la falta de acceso a servicios médicos y al temor de perder su empleo, Luis nunca había buscado atención médica.
Cuando finalmente decidió acudir a mi consulta, Luis ya no podía ignorar los síntomas. El dolor en la zona anal se había vuelto tan severo que le impedía trabajar. Fue su esposa quien lo convenció de que debía cuidarse, por el bien de sus hijos. Recuerdo que me contó cómo los dolores abdominales se habían vuelto insoportables, describiéndolos como “fuego en las entrañas”, y que, más recientemente, el dolor anal era tan intenso que apenas podía caminar. Esta situación le dificultaba mantener su ritmo de trabajo en la construcción.
Llevé a Luis a cirugía y drené el absceso rectal severo que presentaba. Tras realizar varias pruebas, confirmamos lo que ya sospechaba: Luis padecía enfermedad de Crohn, una afección inflamatoria crónica que afecta el tracto digestivo. En su caso, la enfermedad se había focalizado en el intestino delgado y el recto, provocando inflamación severa e infección. Le expliqué que el Crohn es una enfermedad que varía considerablemente de una persona a otra y que, aunque no tiene cura, con el tratamiento adecuado, podríamos controlar los síntomas y mejorar su calidad de vida.
Luis, como muchos latinos que residen en Estados Unidos, nunca había oído hablar de esta enfermedad. Tenía miedo y muchas preguntas: “¿Por qué me está pasando esto?”, “¿Podré seguir
trabajando?”, “¿Mi familia estará bien?”. Fue un momento difícil para él, pero juntos comenzamos a trabajar en un plan para que pudiera seguir adelante.
El caso de Luis no es único. Muchos latinos en Estados Unidos enfrentan obstáculos similares al lidiar con enfermedades crónicas como el Crohn. La falta de acceso a servicios de salud, las barreras idiomáticas, el temor a perder el empleo y las diferencias culturales en la forma de percibir la enfermedad son solo algunos de los desafíos. En la comunidad latina, es común minimizar los síntomas o pensar que el dolor es algo que simplemente debe soportarse. Sin embargo, afecciones como la enfermedad de Crohn requieren atención médica y un tratamiento constante.
Aprendiendo a tratar la enfermedad
Tras el diagnóstico, iniciamos una combinación de medicamentos para reducir la inflamación y aliviar el dolor de Luis. Uno de los mayores desafíos fue ajustar su dieta y enseñarle a identificar los alimentos que empeoraban sus síntomas. Como sucede con muchos pacientes, Luis tuvo que aprender que ciertos alimentos, como las comidas muy picantes o grasosas, podían desencadenar brotes más intensos.
También lo derivé a un grupo de apoyo para pacientes con enfermedades inflamatorias intestinales, donde pudo conectarse con otros latinos que atravesaban situaciones similares. Para él fue reconfortante saber que no estaba solo en este proceso.
Con el tratamiento adecuado y un enfoque integral en su bienestar, Luis comenzó a notar mejoras. No fue inmediato ni fácil; hubo momentos en que la enfermedad parecía querer retomar el control. Sin embargo, con la medicación correcta y cambios en su estilo de vida, pudo regresar a su trabajo y estar presente para su familia. Aún recuerda la primera vez que pudo jugar con sus hijos sin que el dolor lo limitara.
Como médico, me doy cuenta de la importancia de educar a nuestra comunidad sobre enfermedades como Crohn. Existen muchos recursos disponibles en español, y es fundamental que los latinos en Estados Unidos sepan que tienen derecho a recibir atención médica de calidad, sin importar su situación migratoria o económica.
Si experimenta síntomas como dolor abdominal, diarrea crónica, fatiga extrema o pérdida de peso inexplicable, no espere a que sea demasiado tarde. Consulte con un médico y hágase las pruebas necesarias. La detección temprana puede hacer una gran diferencia en cómo se maneja la enfermedad. Para Luis, su diagnóstico de Crohn fue un punto de inflexión. Hoy, con
tratamiento, ha aprendido a vivir con la enfermedad y no deja que defina su vida. Mi esperanza es que, al compartir su historia, más latinos en Estados Unidos reconozcan la importancia de cuidarse y buscar ayuda cuando sea necesario.
Por Dra María Margarita Murphy
Cirujana coló-rectal
Orlando Health