Durante décadas, en los Estados Unidos y en otros países industrializados, el uso de pruebas de cernimiento médico ha beneficiado a millones de pacientes, al permitir el diagnóstico temprano de diversos tipos de cáncer. Generalmente, un cáncer detectado en una etapa temprana tiene mayores probabilidades de curación. Antes de que las pruebas de cernimiento fueran aceptadas y ampliamente utilizadas, los casos de cáncer solían diagnosticarse en etapas más avanzadas, con frecuencia sin posibilidad de tratamiento curativo.
Uso de pruebas de detección
El cáncer de mama es el tipo de cáncer más común entre las mujeres. Se estima que, en el año 2024, se diagnosticarán aproximadamente 367,000 nuevos casos de cáncer de mama en los Estados Unidos, y más de 42,000 mujeres fallecerán a causa de esta enfermedad. La edad promedio de diagnóstico es de 62 años. Aunque el cáncer de mama no es frecuente antes de los 40 años, aproximadamente el 9% de los casos se detectan en mujeres de ese grupo etario.
Dado el número significativo de casos de cáncer de mama diagnosticados cada año, es crucial contar con una prueba de cernimiento que permita detectar la mayoría de los tumores en etapas más tempranas. La mamografía ha sido el estudio utilizado durante décadas para identificar cambios en el tejido mamario, como nuevas calcificaciones u otras distorsiones, lo que puede llevar a la realización de estudios más detallados para confirmar el diagnóstico. La mamografía utiliza rayos X de baja energía para detectar alteraciones en el tejido mamario.
Además de las mamografías, existen otros estudios que complementan la evaluación de detección temprana o se utilizan cuando hay una lesión sospechosa. Los estudios más comunes en estos casos son el ultrasonido mamario y la resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés). Estos dos estudios de imagen no emplean radiación y son capaces de detectar características adicionales de los tumores en el seno que pueden ser más difíciles de observar mediante mamografía.
¿Cuándo empezar?
La edad promedio para comenzar a realizarse mamografías es a los 40 años, aunque existen recomendaciones diferentes para grupos de mayor riesgo. Por ejemplo, si una persona tiene antecedentes familiares de cáncer de mama y una mutación genética hereditaria, como las mutaciones BRCA1 y BRCA2, el riesgo de desarrollar cáncer de mama puede ser de hasta un 80%. En estos casos, se recomienda realizar una resonancia magnética (MRI) anual de los senos a partir de los 25 años y una mamografía anual desde los 30 años.
En pacientes con tejido mamario denso, se recomienda complementar el exámen con un ultrasonido de los senos, y en algunos casos, una resonancia magnética. Siempre que se detecte una lesión sospechosa, se indicará una biopsia, la cual se realizará con asistencia de ultrasonido o resonancia magnética en casos especiales.
Hoy en día, el diagnóstico de cáncer de mama es muy común, y afortunadamente, en la mayoría de los casos se detecta en una etapa temprana. Consulte a su médico de cabecera o ginecólogo para determinar el mejor momento para comenzar esta prueba de cernimiento, y para saber a dónde acudir en caso de que una prueba sugiera la presencia de cáncer. Recomiendo a cualquier persona con una mamografía sospechosa que busque atención oncológica en un centro especializado, donde cuenten con todos los especialistas y las instalaciones necesarias para ofrecer un tratamiento integral y adecuado.
Por Carlos Alemany, MD
Hematólogo/oncólogo
Director de Investigación Clínica
AdventHealth Cancer Institute