Cuando entré al consultorio a conocer a María, la encontré llorando. “Doctora, mi nieto está muy triste porque yo no puedo ir a su grado de la universidad.” Hace 20 años que María sufría de incontinencia fecal. Padecía de escape de materia fecal y de gases al menos tres veces por semana.
“Es que, si no puedo estar más lejos de 20 pasos de un baño, mucho menos voy a poder ir a un teatro lleno de gente.” La vergüenza que ella sentía por su condición era tan grande que nunca había discutido este problema con su familia, con su médico, ni con sus amistades. Siempre tenía la angustia de vivir un accidente, hace años había dejado de asistir a fiestas y eventos, evitaba cualquier viaje largo y la intimidad con su esposo estaba totalmente en el olvido.
Se estima que una de cada doce personas en este país padece de incontinencia fecal, siendo la mayoría mujeres. Desafortunadamente, este diagnóstico conlleva un estigma del que es muy difícil deshacerse, y por lo tanto, solamente una de cada tres personas que sufren de este problema busca ayuda. La mayoría sufre en silencio y muchas experimentan depresión, vergüenza, baja autoestima y tienen una baja calidad de vida. La incontinencia fecal no es un aspecto normal del envejecimiento; de hecho, es común tanto en mujeres como en hombres a partir de los 40 años o incluso antes. Entre los millones de personas que padecen de incontinencia fecal, algunos pueden tener síntomas leves como encontrar manchas de heces en la ropa interior. Otros pueden tener pérdidas ligeras, pero algunos pueden perder por completo el control de todo el contenido intestinal.
Factores que incluyen
Ciertos factores incrementan la posibilidad de tener este problema, como mujeres con múltiples partos vaginales, especialmente si los bebés fueron grandes y/o si se sufrió una lesión en el área durante el parto. Otras personas pueden haber tenido cirugías previas en el ano o en la próstata. Además, los pacientes con enfermedades sistémicas como la diabetes, la obesidad y enfermedades neurológicas pueden tener un mayor riesgo de desarrollar esta condición.
Afortunadamente existen muchas formas de ayudar a millones de personas que padecen de incontinencia fecal. Un cirujano colorrectal, puede hacer varias pruebas para determinar cuál es la causa de la incontinencia y formular múltiples tratamientos, incluyendo alternativas que no requieren de cirugía.
María tenía un problema severo y necesitaba ayuda pronto. Recibió tratamiento con una cirugía simple, mínimamente invasiva, que no requirió de hospitalización. Unas semanas después estaba feliz y orgullosa viendo a su nieto graduarse de la universidad, con la confianza necesaria para asistir a un lugar público sin temor a pasar una vergüenza. Hoy en día, no pierde oportunidad para contarle a todas las personas interesadas que la incontinencia es un problema común, que afecta a mucha gente, que no están solos y que no tienen que sufrir en silencio. Ella cuenta cómo superó este padecimiento y está viviendo una mejor vida.
Por Dra María Margarita Murphy
Cirujana coló-rectal
Orlando Health